No son especulaciones; Tomas Mahon, nos ofrece unos datos sobre este asunto, todos referidos a Estados Unidos, sobre la inversión en nuevas empresas.
«El obstáculo principal que se alzaba entre los empresarios y los financieros de aventuras a mediados de la década de 1970, era un elevado impuesto sobre los beneficios del capital, que se quedaba con cuarenta y ocho centavos por cada dólar de beneficio procedente de una inversión de capital. Este obstáculo, además de los riesgos implicados y de la recesión existente en aquellos tiempos, congeló virtualmente toda actividad de puesta en marcha de empresas entre los principios y el fin de los años setenta.
En 1969, cuando el impuesto sobre beneficios del capital era del 25%, se invirtieron más de ciento setenta millones de dólares en nuevas compañías. En 1972, el impuesto se elevó hasta el 48%, y en 1975 sólo se comprometieron diez millones de dólares en dinero en efectivo, para nuevas empresas que comenzaban en todo el país. En 1969 se registraron en escrituras públicas casi setecientas empresas pequeñas. En 1975 este número se redujo a cuatro.
Gracias, sobre todo, al apremio que significó la American Electronics Association, con base en Palo Alto, finalmente el impuesto sobre beneficios del capital descendió al 28% en 1978.
El efecto fue inmediato. En el año 1977 se confiaron a las firmas de inversión de capitales treinta y nueve millones de dólares para invertirlos en nuevos negocios. En 1978 esta cifra subió vertiginosamente hasta quinientos setenta millones. En 1980 el impuesto fue reducido nuevamente, esta vez a un 20% y, como resultado, en 1982 se dispuso de mil setecientos millones de dólares en dinero efectivo. Y gran parte de ese dinero procedía de una fuente hasta entonces inasequible: los fondos de las cajas de ahorros. Una aprobación tácita del Departamento de Trabajo de Estados Unidos permitió, en 1979, invertir una pequeña porción de esos enormes fondos en sociedades para la inversión de capital. Ya no se creía que el riesgo inherente violara el concepto del ‘hombre prudente’.
En realidad, el éxito de tantas nuevas empresas convirtió en una perfecta imprudencia el hecho de no invertir en ellas. E incluso un pequeño porcentaje de casi un billón de dólares no deja de representar un puñado de dinero.
Por lo tanto, a fines de la década de 1970 se rompió el dique y el frenesí de la puesta en marcha pudo dar rienda suelta a sus afanes.»
Nota del autor: Las cifras sobre la fluctuación de los capitales de inversión proceden de la Venture Economics Division de Capital Publishing Corp., de Wellesley Hills, Mass.
Cita extraída del libro «Las gentes de Silicon Valley» de Thomas Mahon – Biblioteca Deusto de Empresas y Empresarios, Planeta-De Agostini 1995.
Para facilitar su estudio, se ponen en un cuadro los datos ofrecidos por Thomas Mahon.
Año
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1969
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1972
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1975
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1977
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1978
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1979
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1980
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1982
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% impuesto sobre el capital
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25%
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48%
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48%
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48%
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28%
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28%
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20%
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20%
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Se permite la inversión fondos de cajas de ahorros
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No
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No
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No
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No
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No
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Si
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Si
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Si
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Millones de dólares invertidos
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170
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10
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39
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570
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1700
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Nuevas pequeñas empresas
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700
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4
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