Vamos a aclarar unas cuantas cosas sobre economía y sobre crisis económica; ¡ya está bien de oir sandeces! La gente normal y corriente, entiende perfectamente que si gastamos más de lo que ingresamos, se nos genera una deuda. Esta la podemos pagar, con los ingresos que podamos conseguir a tiempo presente, o con financiación, demorando el pago actual con la promesa de un pago futuro. Bien, aclarado este punto, la gente suele agruparse en países, estados, o similares, los cuales para su organización, suelen estar dotados de gobiernos. No entramos aquí en la legitimación ni en los distintos tipos de gobiernos. Sin embargo, estos gobiernos, pueden ejercer y ejercen mucho poder sobre sus ciudadanos, tanto en su vertiente organizativa, mediante el uso del poder legislativo, como mediante el uso del poder ejecutivo, manejando directamente la política económica. La política económica suele ejercerse en varias modalidades:
– Mediante el uso de políticas monetarias (efecto sobre la emisión y/o creación de dinero, y sobre los tipos de cambio de las divisas).
– Mediante el uso de políticas fiscales (efecto sobre el gasto público, y la recaudación de impuestos para financiar dicho gasto público).
– Mediante modificación del marco legal con distintas medidas legislativas. Esto, en cuanto al estado y sus herramientas. Hablemos un momento de los ciudadanos, y dejémonos de líos. Dicen los más sesudos economistas que las personas intentan conseguir lo mejor para ellas con los medios limitados que poseen. Si alguien sólo posee su capacidad de trabajo, intenta conseguir el mejor sueldo posible dentro de las condiciones de mercado. Si alguien posee medios de capital, intentará conseguir la mejor remuneración posible para los mismos. Si alguien posee poder, intentará la mejor remuneración posible para ese poder, sea en la forma de más poder, o de cualquier otro beneficio económico o no económico. Si alguien posee fé en cualquier religión y capacidad de ayuda, intentará conseguir la mejor remuneración posible en forma de dividendos para su alma (el agradecimiento de los demás… la recompensa de sentirse útil…. etc etc). Forzando el hilo argumental, vemos que la economía no abarca sólo aquellos aspectos meramente económicos (tal y como los entendemos en la actualidad), puede decirse sin embargo que gobierna toda la vida de los individuos. Bueno, bajemos a la tierra, y observemos la situación de España, ante la crisis económica que comenzó (aunque algunos sigan negándolo) en agosto de 2007. Tras el golpe financiero, los efectos se han reflejado de forma brutal en la economía real (recesión como muestran las cifras del PIB, deflacción, paro galopante pese a los maquillajes). El Gobierno actual, se ha dedicado a realizar grandes desembolsos de dinero público, y a día de hoy (finales de agosto de 2009), amenaza con nuevas subidas de impuestos. Veamos la cadena de razonamientos político-fiscales que pueden hacerse con lo que conocemos hasta el momento: – La política monetaria viene marcada por la Unión Europea, dada nuestra pertenencia al Euro, y tras comprobar lo desnortadas que están nuestras autoridades, casi es mejor que así continúe. – En cuanto a política fiscal, lo sensato sería atarse los machos, disminuyendo los gastos y, procurando que no hubiera déficit público, acometer bajadas de impuestos. No se dejen engañar por las voces que dicen que esto ataca la política social. Hay muchos, repito «muchos» gastos suntuarios que pueden eliminarse sin afectar las ayudas sociales (empezando por las autonomías). Habría que mantener los gastos sociales necesarios y razonables, sin acometer «gastos sociales propagandísticos y poco meditados». – Dado que aquellos que nos gobiernan están haciendo justo lo contrario de lo expresado en el punto anterior, está creciendo desmesuradamente el déficit público, déficit que habrá que paliarse mediante deuda, o mediante impuestos. – Como el déficit debe ser de los de dejarle a uno helado y sin maldita la gana de decir nada, han pensado que será mejor acelerar la máquina de recaudar. Para justificar el desatino, declaran que se verán más afectados «aquellos que más ganan», y que la «revisión de las figuras impositivas» tendrá un «alcance limitado en el tiempo». – Veamos. Los impuestos pueden ser indirectos (aquellos que se aplican sobre cualquier transacción de las que realizamos a diario; se paga hasta por comprar una barra de pan) o directos (los que se aplican sobre las rentas del trabajo, del capital o determinados «hechos imponibles»). – Los impuestos indirectos ya los han subido (carburantes, tabaco, etc; todavía no han tocado el IVA, pero esto está por ver), y seguro que los volverán a subir. – Hablemos de impuestos directos. Primero de aquellos que se aplican sobre las rentas del trabajo. Según el estudio que hacienda ha realizado del años 2007, los ingresos procedentes de aquellas rentas que superan los 60000 Euros al año (podríamos decir que son los ricos, lo que ganan más de 10 millones de las antiguas pesetas), representan entre un 4 y un 5 % del total de la recaudación. Quiere decir, que el resto, un 95% aproximadamente, proceden de los que ganan menos que esa cantidad. Y me atrevería a decir (no he mirado los datos) que la parte del león se la llevan los mileuristas, que son la mayor parte de los contribuyentes. ¿Quién va a pagar los platos rotos?. ¡Atrévanse a adivinarlo! – Los impuestos directos ya los han subido, dado que no se han actualizado a la inflación las tablas con las que se calculan los porcentajes a aplicar en el impuesto sobre la renta. – ¿Que van a pagar más los más ricos? Aclaremos un poco esto. Las clases medias o medias-bajas, tienen poca flexibilidad a la hora de cambiar de trabajo y de ubicación geográfica. Es muy difícil que ante una subida de impuestos «voten con los pies»; es más, tal y como está cayendo, la mayoría harán de tripas corazón y aguantarán lo que les echen, no sea que el puesto de trabajo vaya a hacer gárgaras. – Sensu contrario, aquellos que reciben rentas altas, procedentes de su trabajo o del capital, tienen una gran facilidad de movimiento, y es muy probable que ante una gran subida de la carga fiscal, opten por bien reducir su nivel de producción (para qué voy a producir más si gran parte de ello me va a ser arrebatado, va en contra de un comportamiento económico y racional), bien por poner los pies en polvorosa y buscarse una sombra más tupida. Esto ya está pasando en Inglaterra; ante la gran subida de la presión fiscal, muchos de los trabajadores y directivos extranjeros cualificados están regresando a su país. Por tanto señores, ¡agarrense a la barra! que este autobús acaba de empezar a rodar por la pendiente, y lo único que hace el conductor es mirar con ojos desorbitados la palanca de freno rota que tiene entre sus manos.Publicado en www.a1h3.com el 28/08/2009